
Para nadie es un secreto, lo controversial que ha
resultado a nuestro ya excesivamente erosionado sistema de salud la inclusión
de los Médicos Integrales Comunitarios, pues aparentemente no hay quien se
pueda oponer al firme propósito de que sean estos profesionales de la estafa
los encargados de la medicina de choque, de las emergencias de nuestros
nosocomios. Pues si señores, son ellos médicos (si es que así se les puede
llamar) especialistas en ideología y filosofía política latinoamericana,
quienes pretenden escudados en chalecos antibalas de revolución resolver la
grave condición de nuestras emergencias, donde cada vez son más frecuentes los
actos de violencia hacia el personal que allí labora.
Pero eso no es lo verdaderamente grave bajo mi óptica,
que les confieso tal vez no sea la más objetiva después de todo. El verdadero
problema radica en la crisis de valores de un país donde la vida vale tan poco
que se le entrega su salud a personas inocentes de intención, pero culpables de
profesión, señores, nuestras gripes, nuestros malestares, nuestros dolores, ya
no son suficientes, pues deben coexistir con el inminente temor a ser mal
atendido y en peor de los casos víctima de una praxis no mala sino negligente,
pues todos los que conocemos el arte médico conferido por las universidades de
este país sabemos que en nuestra justa medida egresamos de una escuela de
medicina con el temor al dicho que reza que “los errores médicos se tapan con
tierra”, señores, ese miedo se perdió… se diluyó en sueños oportunistas de
izquierda de una inclusión que no existe, pues no hay perfiles profesionales
ajustados a tan noble y a la vez peligrosa profesión.
Hoy en día mi estimado lector, tenemos dos leyes de
ejercicio de la medicina, una donde se sanciona a aquellos que han cometido una
violación a la responsabilidad médica, y
otra tan invisible como oportuna ley que en forma paralela y exclusionista
lanza cortinas de humo en las irresponsabilidades “médicas”, cometidas por
aquellos que detrás de un alimento al ego que los haga llamarse “doctores” se
avalancharon cual parásitos oportunistas sobre un chance mediocre que genere
respeto social.
Pues no señores, el respeto social de un médico se
construye sobre los fuertes cimientos de una formación profesional erguida, de
unos valores morales poco cuestionables, el respeto se gana a base de pacientes
satisfechos, el respeto no se gana dando respuestas improvisadas a preguntas
complejas; es tan indolente dejar que estos pseudomédicos ejerzan la medicina
en nuestro país como omitir los cadáveres que cada fin de semana abarrotan las
morgues de nuestras ciudades.
Amigo lector, le parecerá que este es otro blog
político, pero no, es un intento de abrir los ojos de aquellos quienes no
pueden pagar elevadas sumas de dinero por pólizas de seguro, esos mismos que
tarde o temprano tendrán que acudir a la emergencia de cualquier nosocomio
ocupado por estos charlatanes de la salud. Estas letras son un llamado a quien
quiera que pueda leer esto y desee ayudar a combatir esta manifestación de
desapego gubernamental a la salud de un pueblo, entregándola a las negligentes
manos de quien sólo pensó en que lo llamarían “doctor” al ingresar de forma
populista a un engañoso sistema de estudios. Estas letras son el grito
desesperado y preocupado de quien aún siendo advertido de los desdenes que esta
carrera generaría en su vida, decidió seguir adelante conservando el
pensamiento Varguista e Hipocrático como banderas, en un país enfermo de engaño
y moribundo de moral, donde la negligencia crece de la tierra sembrada por la
descomunal irresponsabilidad de nuestros gobernantes, que ante la imposibilidad
de convertirse en garantes de un sistema de salud regular, cometieron el
descomunal error de encontrar “soluciones” en la Medicina Integral
Descomunitaria, pues no puede llamarse comunitaria a una aberración fabricada
de los intentos desesperados de seguir ganando adeptos.
Amigo lector, si estas palabras cargadas de dolor y
decepción llegaron a tu alma, ayuda a los médicos de este país en la
recuperación de los valores elementales de la salud, si no fue así, sólo te
resta comprar una póliza de seguro y encomendarte a cualquiera que sea el Dios
en tu vida, pues un error en medicina te lleva al único destino que la
humanidad tiene seguro, la muerte…
Hasta el próximo desahogo…
Excelente tu desahogo primocompadre, la medicina y sus médicos, profesionales egresados de nuestras universidades de la cuarta república; al igual que muchos otros gremios en nuestra querida Venezuela, no logro escapar del desastre comunista que quieren inculcar a este pueblo, aquí el que no tiene dinero no puede enfermarse xq corre el riesgo de morirse, no solo de mengua sino por mala praxis medica (si es que ese concepto se le puede aplicar a estos integrales) así que salud para todos y que Dios nos agarre confesados.
ResponderEliminarLuego de leer tus lineas me queda una desazón aún mayor, pues no es garantía que ir a un CDI o a un hospital publico nos restablezca la salud, pero tampoco los comerciantes de la salud de las compañías de seguros nos dejan respiro sino compramos pólizas con costos estratosféricos. Es triste ver como la formación profesional y la dedicación queda de lado ante una corriente política pero es lo que nos ha tocada vivir en estos días. Solo te pido, a ti, y a todos tus colegas que no abandonen el barco, que sigan trabajando por amor al servicio de la salud del pueblo venezolano pues todo pasa, todo se acaba, todo termina.
ResponderEliminarAfortunadamente he conseguido en Dios la garantía de que si le obedezco, su protección vendrá a mi vida y tendré salud y vida, pues así lo proclaman sus promesas bíblicas.
En esta encrucijada que vivimos como nación, busquemos ayuda elevando nuestra mirada hacia arriba, no hacia los lados,pues en estos tiempos, hasta se usa al dueño del mundo para manipular y burlarse de lo más sagrado que tenemos, nuestra vida espiritual.
Brillante exposición. gracias por tus reflexiones y no olvides que la Palabra de Dios dice que llegaría un momento en que a lo bueno lo llamarían malo y a lo malo bueno.
Bendiciones.