
Una vez más, en una noche tan despejada como inerte,
vuelven mis dedos a moverse hasta este teclado de desahogo frecuente, mis manos
un poco cansadas del trabajo diario deciden casi por sí solas llegar hasta
ustedes en líneas. Esta semana, de aterradoras noticias televisadas, de dinero
perdido en rescates de futuros cadáveres, esta semana me hizo reflexionar del
poco valor que posee la vida en nuestro país, donde las noticias fatales son
cotidianas y las buenas son eventualidad, se invirtieron los papeles del
mandato divino, el regalo de la vida que Dios nos dio ya es un permiso de
aquellos que sumidos en una crisis moral que cada día nos arropa más, deciden
cegar ojos llenos de vida, con futuro para ver crecer hijos, nietos, y
sobrinos. Estimado lector, la vida tiene el mismo valor que la muerte en la
Venezuela que vivimos, pues hoy sólo somos el polvo que deambula entre el azar
de la violencia desmedida, ese polvo que en las escrituras divinas es el
destino universal. La muerte es nuestra vecina entrépita, pues a cada uno de nosotros
se le ha asomado a la puerta por medio de un conocido, un familiar o un amigo
secuestrado y con frecuencia muerto. Nuestra vida pareciera ser un milagro que
sólo puede celebrarse dando gracias al creador y gran arquitecto del universo
por el brillante permiso de dejarnos ver una mañana más, esa mañana que decenas
no pueden ver, ese amanecer que se enluta en muchos hogares, simplemente porque
morir es seguro y matar también pues la redención de la impunidad circula por
los coagulados escalones de cada barrio de nuestro país. Hoy los toques de
queda no son dictatoriales, son imperativos para tener la posibilidad de ver
una mañana más.
Gracias a Dios, sólo a él, la magistral creación del
sol sigue calentando nuestros cuerpos, que esperanzados se ponen de pie cada
mañana esperando que el mundo gire en el mismo sentido pero con una atmósfera
diferente, una atmósfera de amor que haga que cada día valga la pena.
Sólo resta pedir al creador nos bendiga y nos
proteja, pues evidente es que sólo él nos mantiene alejados de esa sombra de
adiós de la cual hemos sido simples espectadores…
Hasta la próxima…
Este me gusto mucho. Un Abrazo hermano.
ResponderEliminarQ triste y que cierto es esto...
ResponderEliminarUna realidad con la que se vive en nuestra querida Venezuela. Saludos
ResponderEliminarMira, yo te mando hoy que:
ResponderEliminar1)Ames a Jehovà tu Dios
2)Que andes en sus caminos y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos.
¿Para què te ordena esto Dios? Para que VIVAS y seas multiplicado, y Jehovà tu Dios te bendiga en la tierra.
Mas si tu CORAZON se apaartare y no oyeres y te dejares extraviar yo os protesto hoy que de cierto PERECERÈIS, NO PROLONGARÈIS vuestros dìas sobre la tierra.
Escoge pues la vida para que vivas tù y tu descendencia.
Deuteronomio 30: 15 al 18.
Amado, dejar de lado al Creador trae consecuencias, para bien o para mal, eso lo establece las Sagradas Escrituras. ¿Què puede esperar un pueblo alejado de Dios y en manos de las tinieblas desde las altas esferas de poder? Solo muerte.
Al menos hay esperanza de que OBEDECIENDO Y VIVIENDO CONFORME EL MANUAL DE INSTRUCCIONES QUE DIOS NOS DEJO ESTAREMOS PROTEGIDOS DE TANTA MALDAD.
Solo confìa en EL, CREE en èl, obedècele y veras como todos esos miedos y reflexiones se disiparàn de tu mente.
Con amor
isa